domingo, 19 de octubre de 2008

Elogio de los sentidos


El Otoño avanza con paso cambiante, entre sol y aguaceros, y con pocas novedades más allá de la agitada política municipal o de la hora, que pronto será una menos y siempre me pregunto si también se nos atrasa un poco la vida. Cuesta reinventarse los años. De estudiantes era diferente: cada inicio de curso -en el colegio, en el Instituto, en la Facultad- era la excusa perfecta para irse a la papelería a comprar libretas, bolígrafos y forro para libros que desprendían un fabuloso olor a plástico y a nuevo. Ahora hay muy pocas cosas que desprendan ese olor. El futuro, entonces, no era lo importante, sino las tardes enteras que se hacían noches mientras hablábamos durante horas en cualquier esquina. Me encantaría poder escuchar las cosas de las que hablábamos. Todo estaba por venir.

Con el tiempo dejamos de ser despreocupados para estar siempre ocupados; el futuro nos pilló trabajando, o cansados, o con niños, con mucho que hacer como para dejarnos soprender por el anochecer. Abogo por recuperar tardes como aquellas. Por eso me gusta quedar un día de la semana en el Ibiza a eso de las nueve. No estoy dispuesta a perderme ninguna más de esas conversaciones intrascendentes y memorables.

Poco a poco la ciudad retoma la actividad cultural con propuestas variadas. Además del cineclub los martes y el teatro los fines de semana, regresan clásicos como el Salón de Otoño de Pintura, con obras interesantes que siempre merecen una visita a la Casa Colón y más este año, que lo ha ganado uno de mi pueblo. Ha empezado también el X Encuentro de las Artes y las Letras de Iberoamérica, con una exposición de fotografía y vídeo de José Roberto Levy que se llama Paisajes Humanos: luz y color de América Latina. La podéis ver en el Monasterio de La Rábida. El jueves, Maruja Torres dará una conferencia en el Colegio de Aparejadores, Ojos que no ven, corazón que no siente. Me gusta Maruja Torres, aunque no las conferencias: siempre tienen títulos estúpidos.

A la provincia también regresa otro clásico: la Feria del Jamón de Aracena. En este caso, no se necesita recomendación: es un ejemplo de título no estúpido.

Por lo demás, os recuerdo que aún sigue la exposición de Zitman en el Museo, que estoy segura que la mayoría no habéis ido a ver. Para las tardes nubladas, lo mejor es pillarse unos cuantos libros de temporada. En la librería Beta encontraréis de todo -hay una sección ideal si tenéis cumpleaños infantiles-, lo mismo que en la Biblioteca, que siempre tiene sorpresas agradables, para que la crisis no sirva de excusa.

Aunque ahora llueve con fuerza, hoy he dado un bonito y soleado paseo en catamarán hasta Punta Umbría con mi amiga Mariví y con los alumnos de la Unia. Nos hemos hecho fotos, hemos hablado del Festival de Cine y me he puesto de buen humor. En la plaza Pérez Pastor nos bajamos para estirar las piernas y, durante el trayecto de regreso a Huelva, comimos con apetito y bebimos cerveza en la proa. En la parte de atrás del barco, entre el reguero que deja el motor sobre las olas, tiramos trozos de pan y aparecieron decenas de gaviotas que se peleaban por cogerlas. Chillaban, olía a sal y si te asomabas mucho por la barandilla, casi te salpicaban. Cuando llegamos al Puerto empezaron a caer goterones: la ropa y pelo mojado resultaron perfectos para el calor. Pensé que a veces nos damos cuenta de lo fácil que es disfrutar con los sentidos.

Es todo por hoy. Mi cuñao me dice que ya no mando crónicas con la frecuencia de antes y Edu que en Madrid hay una actividad cultural desbordante. He pensado que, dado que siempre he dudado de la utilidad de mi blog y de mis recomendaciones, podéis quedar entre vosotros y así, todos contentos.

Si alguien ha sentido un ataque de histeria por tener sus ahorros en ING que se manifieste. Por saber si los que somos pobres -que no de espíritu- debemos mantener la fe en algo.

Como última recomendación, un sabor y un olor para Octubre: el de las castañas asadas.

viernes, 3 de octubre de 2008

Entretiempo


Llegó Octubre y nos vamos instalando en ese tiempo en el que ir al cine, la vuelta de Los Hombres de Paco o el último número de Esquire se convierten en pequeños acontecimientos, en ficciones de andar por casa, que son la únicas que se me ocurren para romper la rutina más allá de la crisis. Como véis, hoy comienzo recomendando: Vicky, Cristina, Barcelona, la resurrección de Lucas -aunque se case con otra- y la mejor revista del quiosco en relación calidad, contenido y precio, cabecera americana dirigida a hombres -Man at his best- de la que ya podrían aprender todas las Cosmopolitan y Ana Rosas. La reconoceréis por los impactantes primeros planos de su portada: desde Woody Allen hasta Benicio del Toro. Este mes, en el que la revista cumple un año de su edición española, hacen una especie de monográfico sobre los cómicos y veréis a Buenafuente levantando una ceja. Los 2,95 euros mejor invertidos del mes.

Luego está lo que no rompe la rutina, como los carteles de Se vende, Se alquila o Se traspasa, la Feria de la Tapa y las citas que adolecen de interés en las agendas culturales de los periódicos. Lo confieso: la temporada otoñal me despierta el lado apático. Para sentirme mejor, suelo pedirme una cita previa y me voy al médico de cabecera. Tengo un amplio espectro de síntomas: el martes fui con dolor de oídos y, si con las gotas no me mejora el ánimo, la semana que viene seguramente le pida un volante para un especialista, me vale el de huesos o el ginecólogo. La concesión a la hipocondría consigue que la realidad tenga algo de interés y las primeras lluvias sean mucho más melancólicas.

Mañana vuelve a abrir sus puertas el Gran Teatro con un concierto de Concha Buika, que canta bien, pero no me simpatiza no tanto. La programación: con demasiadas orquestas sinfónicas y viejas glorias de la escena nacional para mi gusto apático, pero con el regreso cineclub que espero que depare prometedoras tardes de martes.

Si os apetece teatro, os invito a mi pueblo, donde hoy empieza el Festival de Teatro de Humor, que traerá todos los viernes del mes excelentes propuestas, como el último montaje de Yllana, Paganini, premio al mejor espectáculo en el Festival Internacional de Teatro de Edimburgo de este año. Será la semana que viene.

Empieza también la temporada de exposiciones: en la Casa Colón, una de fotografía, Mujeres de agua, en colaboración con Intermon, sobre el el trabajo de mujeres y niñas para conseguir agua potable en países africanos. En Cajasol, una de pintura, a beneficio del Alzheimer, que tiene algunas obras chulas. Y una imprescindible: la de Cornelis Zitman en el Museo. Escultura y dibujos.Tuve intención varias veces de pararme en la Casa de Venezuela en Beas camino de Valverde cuando estuvo allí antes que en Huelva. Ahora, a dos pasos, no hay excusa. Sería una pena que pasara desapercibida más allá del día de inauguración. Si estuviera en Madrid, habría colas para verla, seguro. Un fotógrafo amigo me consiguió el catálogo, pero más afortunado se sentirá quien vea las obras de cerca.

Por lo demás, os propongo una temporada de excursiones sin salir de la provincia: la Flecha del Rompido, el Castillo de Niebla, la Corta Atalaya, Doñana, la Gruta de las Maravillas, Ayamonte, para ver el Retablo Mayor de las Angustias y Encinasola, cuando bailen la Danza del Pandero. Son desde hace un rato las 7 maravillas de Huelva. Yo quería votar por mis sobrinos, como maravillas adoptivas, pero no me los admitieron entre las candidaturas.

Os dejo. Además de depresiones, resfriados y recibos de la contribución, espero que Octubre os traiga lo mejor del otoño, toda la moda del Corte Inglés y un pellizco en el Sorteo Extraordinario de la Once. Pero también el festivo del Pilar, el entretiempo, las castañas, las naranjas, el caldo del cocido, luces hogareñas por la tarde, gente en la biblioteca, poemarios, el olor a tierra húmeda, la suavidad de las primeras mantas, el chándal, las zapatillas y ganas de estar en casa .

Suerte a Tino en su nueva vida en Madrid y a los todos los demás, que disfrutéis un cálido reencuentro con los calcetines.