martes, 27 de enero de 2009

Luz y distancia

Suena el despertador. Tienes que levantarte. Qué día era hoy. Da igual, siempre suena el despertador. Que no sea lunes, por Dios. Café, radio, ducha, camino al curro, la mañana pasará, unos ratos volando y otros como si no acabara nunca. Nada nuevo en los periódicos. Nada. Sueño después de comer. La tarde sin personalidad, sin gimnasio, sin tele, sin ganas de llamar a nadie, sin cineclub. Sin sol. Comprar comida. Qué cansancio de no hacer nada. Cuánto falta para que llegue el viernes. Y encima, dan lluvia para el sábado. Pasó un día más. Un día menos.

Es deprimente, lo sé. La culpa la tiene el tiempo. A Mariví no le gusta el invierno porque las tardes son cortas y el frío largo. Me acuerdo que en un capítulo de Doctor en Alaska se ponían unas lamparitas portátiles acopladas a la cabeza para combatir los efectos de la falta de luz solar en el estado de ánimo de los habitantes de Cicely. Últimamente, como nadie sale, los estados de la gente sólo existen en el facebook. Ayer, una compañera preguntaba en su muro -que viene a ser lo mismo que su estado, otro día explicaré los matices para los no iniciados- qué nos había parecido la miniserie de Mari Luz. Me pregunté porqué la llaman miniserie si sólo tiene un capítulo. Luego pensé que la tristeza se contagia. Igual por eso la han titulado Días sin Luz.

Enero también tiene algunas cosas buenas, como el Día de Reyes, donde hay de todo, o los últimos días de las Rebajas, donde no hay de nada, pero a muy buen precio. Cuando llega fin de mes, hay otro clásico que vuelve: Fitur, que es lo mismo que viajar por el mundo, pero en Ifema. Hay muchos paralelismos: en ambos necesitas un billete y un pasaporte, y en vez de recorrer los continentes, visitas cinco pabellones. Me acaba de llamar mi amigo Andrés, el canario, y hemos quedado a mitad de semana a mitad de camino entre Fuerteventura y Huelva. Me encanta Madrid. Siempre acorta distancias. Siempre me esperan mis sobrinos.

En tiempos de crisis, recomendaciones baratas. Dos exposiciones: la de las ilustraciones de Platero y yo de Idígoras y Pachi, en la Casa Museo de Juan Ramón Jiménez, y La dictadura del placer, de Manuel León, en Cantero Cuadrado, con cuadros que hay que ver con gafas de 3D de aquellas que se pusieron de moda en los 80. Para leer, la Biblioteca: no hay vez que vaya que no encuentre excelentes novedades. Cine y música: por 1.50 Público está volviendo a dar buenas pelis los viernes, música clásica los sábados y unos libritos sobre la historia de la fotografía los domingos. Para comer: sopa y patatas fritas con huevo. El primer plato, entona. Y el segundo le gusta a todo el mundo.

Me consta que algunos necesitáis ánimos. No sé si os servirá, pero yo a veces, cuando estoy triste, pienso en mi infancia. La cocina siempre oliendo a muchas comidas ricas, mis hermanos riendo, mi padre dando de comer a los canarios y mi madre ordenando cajones, mientras yo aprendía a emparejar los calcetines. Entonces no sabía que algún día yo también ordenaría mi propio armario, aunque mis calcetines estén todos desparejados. Cada vez que lavo, la lavadora se traga uno. Entran los dos en el bombo y uno nunca vuelve a salir. Lo he aceptado, así que ya no dedico ni minuto a buscar el que falta. Cuando recojo la ropa, doblo con cariño el que sobrevive y lo guardo junto a los otros que están sueltos, todos juntos en un cajón. Tengo muchos, de distintos colores y tejidos. Me pasa con ellos como con los amigos o con los recuerdos. Me gusta saber que están ahí, que siempre pueden volver aunque no los necesites. Que son algo mío, como una infancia feliz.

martes, 13 de enero de 2009

Espejismos


En estos días hay dos cosas que lo invaden todo: el frío y la guerra. Aunque las dos nos amargan la vida, el invierno se irá como vino. Pero en Gaza, este año, los niños muertos no permitirán que exista la primavera. Leo en el periódico que han descubierto un gen que podría ser causante del Parkinson, la depresión y el insomnio. Me alegro en los tres casos, en el de la enfermedad y en el de las dos dolencias de nuestro tiempo. Hay veces en los que la tristeza es suficiente para pasarse más de una noche en vela.

Mientras patentan la felicidad o perfecionan la lobotomía, una de mis opciones preferidas es escaparme a otras ciudades. Para despedir el año me fui a Berlín con buena compañía y me encontré un frío aún más frío. Luego a Madrid con mis sobrinos y resulta que los Reyes allí también eran Magos. De regreso en Huelva, cuando escribí la primera nota de prensa con fecha de 2009 pensé que el futuro nunca es tan lejano como creemos y por eso tenemos que crearnos espejismos para darle un nuevo sentido a nuestras vidas de siempre.

Para buscar nuevos rumbos en los próximos meses, os recomiendo leer más, adentraros en el apasionante mundo de los hobbys o empezar algún coleccionable de quiosco. No perdáis tiempo buscando festivos en el calendario: no hay ni uno hasta el Jueves Santo. Me pregunto a qué destinaré ahora todas las horas que siempre dedico a pensar qué haré cuando tenga tiempo libre. Quizás a hacer fotos o a imaginar. Por ejemplo, hoy, con en el frío, me he llevado un rato pensando en si realmente habrá amantes en el Círculo Polar.

Toca esperar que regrese el cineclub al Gran Teatro y el resto de la programación cultural del trimestre. Enseguida llegará San Sebastián, con su pregón, sus palmas y sus palmitos. En lo que resta de mes estáis a tiempo de pasaros por el Museo para iluminar cualquier tarde gris con las obras de Romero de la Rosa (Donde habitan la luz y las sombras) y de Pedro Rodríguez (De la luz en lo transparente). El jueves se inaugura una exposición de Jesús Zurita, Destemplanza, con título muy apropiado para el estado general.

Nunca hago propósitos de año nuevo porque sé que no voy a cumplirlos. Por eso, aunque llevamos ya quince días de enero y ni he empezado ninguna dieta ni he hecho ni una abdominal, no me siento nada culpable. Así que hoy os dejo una recomendación gastronómica: una nueva variedad de Patatas Lays, Receta al horno, se llaman. Un placer para la cena. Sé que la mayoría tenéis más voluntad que yo. Cualquiera, creo. Para que no tengáis mala conciencia, os diré que tienen un 70% menos de grasa. Lo leí en la bolsa cuando me terminé el paquete de una sentada.

Termino. Muchas veces hablo de mi amiga Mariví. Precisamente porque es mi amiga. Sé que ella está sufriendo mucho con lo que está pasando en Gaza. Y por otras cosas que no son tan importantes. Cuando es así, para lo que no es lo que de verdad importa, alguien me habló una vez de la inutilidad del sufrimiento. Ha sido una de las cosas más certeras que he aprendido en mi vida. Y una de las razones por las que me he sentado a escribir hoy es para recordártelo.

Como la cosa va de espejismos, adjunto foto que me hice el sábado en la BIACS, donde todo era un poco mágico e interactivo.

Creo que es todo. Que carguéis a cuestas con lo que queda de Enero de la forma más llevadera posible. Pensad que la crisis nos trae rebajas gratis. Y para seguir ahorrando, pronto publicaré mi mercadillo on-line. Nos vemos en el Facebook. Como con el frío no sale nadie, podemos crear bares virtuales. Para los enganchados, una última recomendación: compraros El Jueves, la adicción ha llegado hasta su mismísima portada.

Y ahora tendría que desearos un Feliz Año y todo eso. Yo os digo que tengáis un buen martes y que cada uno desee lo que le dé la gana.