miércoles, 14 de abril de 2010

El secreto del éxito

A fin de reflexionar sobre mis experiencias para poder contarlas con propiedad, dedicí declarar 2010 como Año Internacional de las Riendas de mi Vida. Dudaba si el verbo que tenía que usar era 'tomar' o 'coger' -las riendas-, lo puse en google y me salió un curso de Coaching para Emprendedores llamado 'El Poder del Cambio'. Volví a probar y me apareció un libro titulado '¿Estas preparado ser feliz y hacer realidad tus sueños?.' Y a la tercera, un blog: 'Descubre la llave de tu poder personal'. El curso valía una pasta, la autoayuda me da grima y para leer el blog de otro me pongo a escribir el mío, que ya va siendo hora, me dije, y aquí estoy. La investigación no ha dado frutos, así que la Declaración Universal de mi año en curso sigue abierta a sugerencias.

La que parece dar rienda suelta a su llegada porque la llamaban a gritos es la primavera, que después de un invierno duro y largo a partes iguales, se ha apresurado a mostrarnos su epifanía. Cambió la hora y con ella el humor, los colores vivos van sustituyendo a los negros y grises en las camisetas y el rosa a la blanca palidez de la piel de las erasmus de mi barrio. No sé si huele a flores, pero sí a habas enzapatás. Y han abierto una heladería en la Plaza de las Monjas que ha empezado el agosto en marzo. Pero mi manifestación preferida de esta estación es ese axioma que dice "Como fuera de casa en ningún sitio".

Por eso, como la Semana Santa es sagrada y los viajes también, me fui a Estambul. Para no perder las riendas, me llevé a mi amiga Mariví, sin la cual las historias de mi blog no serían lo mismo, y a mi amiga Violeta, que como también es de Valverde contribuyó a que las habaneras cantadas a orillas del Bósforo quedaran preciosas a dos voces.
Los turcos, además de un río, tienen bigote, taxis amarillos, kebabs y bocadillos de caballas, mercados laberínticos, mezquitas impresionantes y una ciudad maravillosa. Con diez cañones por banda y cantando alegre en la popa, recité los versos de Espronceda: "Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente..." se iba divisando el mes de abril.

Aparte de las aguas mil y de que se lo robaron a Sabina, para mí es un mes que me ayuda a encontrarme cuando estoy perdida. Pienso en el pasado y el futuro y disfruto un poco más el presente. Creo que es porque me siento más cerca de las personas que quiero. Y porque en Abril han nacido mi madre y mi sobrino el mayor. Cuando tenía sólo unos meses le compré un cuento de cartón gordo que tenía una vaca en la portada. Ayer me llamó por teléfono y se puso a leerme para demostrarme que estaba aprendiendo. A su lado estos cinco años yo también he aprendido a ser más feliz.

Otras formas de encontrarme es ver Perdidos los domingos. El otro día, en feisbuk, me hice del grupo 'La frase qué te llevarías a una isla desierta ha cambiado desde que veo Lost'. También ando buscándome a mí misma a la hora de pagar con tarjeta. Si alguien encuentra mi DNI, que le diga que lo echo de menos. Se siente muy rara una sin saber por dónde andará su identidad.

En la ciudad, y con las fascinantes imágenes de Latitudes ya grabadas en la retina, la actividad cultural retoma su curso cotidiano y tranquilo en el teatro, en el cine y en la Universidad.

La vida sigue y estoy convencida de que los meses pasados, lluviosos y tristes, nos ha hecho un poco más fuertes. Las tardes se alargan de luz y la gente va volviendo a las calles. Pero como sé que estos días hay quien necesita más aliento, propongo animarnos los unos a los otros. Yo, por ejemplo, he ido encontrando soluciones a mis pequeñas catástrofes y además ya me ha llegado el borrador de haciendamedevuelve. Os cuento, además, un secreto más simple que todas las claves del éxito y crecimiento personal que me salieron en google: las vitaminas de Aldi, mucho más efectivas y baratas, dónde va a parar.

Ayer fue martes y treces, pero como ya no creo en en la mala suerte, se me ocurre una razón mejor para que el blog se actualice este miércoles. Feliz Día de la República