martes, 10 de febrero de 2009

Declaración de amor

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: «Que exista la luz.» Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz «Día»; a la tiniebla, «Noche». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Vengo de una misa de difuntos y tocaba la lectura del comienzo del libro del Génesis. Así es el ciclo de la vida. Ahora que se cumplen 100 años del nacimiento de Darwin -que es el mejor naturalista que conozco: el tío ya estuvo en cualquier país al que viaje- me ha gustado volver a escuchar la creación del mundo contada así, como en un cuadro en el que Dios tiene barba, un poco más rizada que la Darwin, y sopla como soplan los dioses. De los primeros capítulos de la Biblia me gusta mucho que Dios viera que la luz era buena. Seguro que eso le animaba a seguir creando cosas. También me gusta mucho que cada vez que pasa «una tarde, una mañana» diga: el día segundo, el día tercero... Pienso que así se inventó Dios la semana y los martes tienen un sentido mucho más hermenéutico.

El mismo por el que llamó Dios a la bóveda «Cielo» y llamó Dios a los continentes «Tierra», y a la masa de las aguas la llamó «Mar». En realidad me encanta que se creara tan pronto el lenguaje. Para poder ponerle nombre a las cosas. Para poder llamar a las cosas por su nombre.

Y luego viene cuando acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. El Génesis lo dice bien claro: el descanso es obra de Dios. Por eso las vacaciones son sagradas y el trabajo debería ser mucho más creativo. Si no, es algo que nos condena y, por tanto, está permitido maldecirlo.

Bajando al mundo creado, parece que el tiempo apocalíptico va pasando. Alguna mañana, incluso, el Sol nos ha recordado que también fue creado y que existe para que las tardes, lentamente, empiecen a ser más largas. Por las noches, he vuelto a pasarme por el Super8: la última vez, además del facebook, hablamos de superpoderes. La imaginación es como el lenguaje: crea cosas cuando las nombra. En el último bar de la noche, una amiga, un amigo y yo tratamos con pasión asuntos tan serios como la reforma de la Administración y desmontamos el romanticismo de las librerías en épocas de crisis.

Últimanente digo que últimamente no recomiendo mucho. No hay cineclub ni teatro, sólo Carnaval. Vaya suerte para quién le guste. Al cine hace tiempo que no voy y en la tele, aparte de El Wyoming y El Follonero que deberían verse por prescripción médica, me tragué el nuevo programa de de viajes de Antena 3. Siempre he soñado dar una vuelta al mundo. Ahora sigo soñando con darla y no encontrarme a ninguna de las parejas participantes por el camino.

Una expo: Los mejores graffitis de Andalucía, finalistas en en el certamen de Arte y Creación 2008, en el Instituto Andaluz de la Juventud.

Voy acabando. Se acerca San Valentín. Este año, por lo visto, la crisis ha matado el romanticismo: ya nadie se presenta a los concursos su cartas de enamorados. Pero a mí me han hecho la declaración de amor más bonita de mi vida. Fue en la última visita a Madrid. Mi sobrino Javier tenía un entripao. Me dijo, llorando, que no quería que me fuera. Se me partió el corazón. Le dije que tenía que trabajar en Huelva y que volvería pronto. Que el tren me llevaría muy rápido o lo traería a él conmigo. No sabía cómo explicarle cuánto duele la distancia. No quería que él me viera llorar a mí.

Ha muerto el padre de los Clicks de Famobil. He aprendido mucho sobre ellos, como que el nombre le viene del «click» del ensamble de las piezas, que la versión fenemina se llama «clack» y que los hay de profesiones en serie limitadísima. A mi sobrino, los Reyes le han echado el avión de los Playmobil, que son en esencia los mismos, pero de manufactura directamente germana. Estoy deseando jugar con él y con los muñecos a inventarnos historias, a sobrevolar la infancia y a pensar que podemos crear de nuevo el mundo.

Que Febrero, con su personalidad propia de 28 días, sea especial en algo para cada uno de vosotros.

Pasó una tarde, una mañana, hasta el próximo martes.

1 comentario:

Capitán Estribor dijo...

Muy emotivo. Muy emotivo. Cada vez más. Y me encanta. Venga, sigue.
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