martes, 23 de junio de 2009

Clásicos de temporada


Estamos oficialmente en verano, tal y como nos recuerdan todos los años profundas tradiciones creadas por el hombre, como el Día de la Música, el aserrín, aserrán o la noche de San Juan, que vuelve a este martes, martes que tengo abandonaíto perdío. Extraoficialmente, yo me dejo llevar más por los elementos naturaleza; fundamentalmente por el calor que representa el fuego. Como consecuencia, hace varias semanas que me vengo bañando en El Cruce, en Punta Umbría y en la playa del Espigón, en un mismo mar pero con distinta agua, que diría Gerardo Diego, y en un abrazo fresquito con el líquido elemento.

En cuanto a tierra, tuve suficiente con la del camino de El Rocío, experiencia que creo que no he contado en el blog aunque seguro que se lo merecía. El viento -precisamente porque es inexistente en las noches de junio- lo he sustituido por un ventilador colgado en el techo de esos de hélice que siempre me recuerdan a sitios coloniales y a Memorias de África, si no fuera porque en la Plaza de la Merced no hay muchos Robertos Redford y los únicos animales salvajes que merodean la zona son los caracoles y las cabrillas.

El cambio de solsticio se percibe en otros grandes clásicos de la temporada como las fiestas de fin de curso, los tintos con casera, los flash congelados, las dos mitades de la sandía ocupando media nevera, los cursos de La Rábida o las aceras levantadas por obras que convierten a la ciudad en un lugar intransitable. El tiempo se detiene en la siesta y todas los semanas se presenta alguna programación cultural para Julio y Agosto: Ya hay cartel de teatro y danza para el Castillo de Niebla y conciertos para las Noches del Foro, pero también vuelve 7 soles, 7 lunas a Cartaya, pronto habrá música en Ayamonte, danzas en Villablanca... También habrá varios cumpleaños, entre ellos el mío, que quizás no sean tan culturales pero son parte fundamental de la vida social veraniega.

Mientras llega Julio y la primera fase de la operación salida, os reseño un par de exposiciones interesantes: Huelva: la Guerra Civil en sus documentos, que podéis ver hasta final de mes en el Hotel París. Es una selección de los fondos procedentes de los Consejos de Guerra del Tribunal Militar correspondientes a nuestra provincia, que después de décadas a punto de pudrirse en un archivo de Sevilla han sido digitalizados y por fin pueden ser consultados por todos los intesados. De cerca de 200.000 páginas digitalizadas, la exposición ofrece en seis hilos argumentales una pequeña muestra, pero no por ello menos significativa e inédita.
Si vais a verla, os encontraréis de bruces con la otra recomendación: Al Sol de Huelva, 16 esculturas en bronce de Baltasar Lobo, un colega de Picasso, que estarán hasta el 2 de agosto en la Plaza de las Monjas, compartiendo espacio con niños sin colegio, palomas y bomberos.

Hace poco leía que cuando se está en el foco mismo de la vida es imposible reflexionar. Hace meses que me pasa algo parecido. Con tanto foco, por ejemplo, no he contado que he estrenado coche. Mi amiga Adela me ha regalado su 205 verde, lo he arreglado un poco y ahora estoy encantada, fundamentalmente porque así echo menos de menos al mío rojo que tantas veces me ha llevado al fin del mundo. Para sacarme la tarjeta de la zona ORA lo he puesto a mi nombre, como mi domicilio habitual. Es curioso pero, sólo por un instante, he tenido la sensación de haberme convertido en adulta.

Con tantas costumbres estivales, no he remarcado una de las mejores cosas que para mí llegan con el mes de Julio. Lo dice la foto y la cuenta atrás de los días para que mis sobrinos aparezcan por las puertas.

Buenas vacaciones a los primeros que las pilláis.
A ellos y a todos los demás, que la noche de San Juan sea el preludio de un mágico verano.

1 comentario:

Capitán Estribor dijo...

Me encanta como plasmas los detalles cotidianos del verano. Del verano y de lo demás.

Pero sobre todo, me encanta que vuelvas a escribir.

Lo de la mitad de la nevera ocupada por las dos mitades de la sandía me ha llegado. Me identifico. Y la otra mitad, con las dos mitades del melón.

Tus sobris se acuerdan mucho de ti (y nosotros también).