martes, 6 de noviembre de 2007

Las propiedades de la materia


A falta de algo más interesante y como espectadora indiscriminada de concursos, el domingo por la noche terminé viendo ¿Sabes más que un niño de primaria?. No sé a vosotros, pero a mí me parece una auténtica humillación compararse con unos críos empollones que dominan cualquier materia mientras toda la españa que está viendo el programa asiste a tus dudas ante una pregunta de Sociales de primero del tipo: ¿qué diferencia hay entre una bicicleta y un autobús?

El rato de tele, aparte de servirme para comprobar que por Ramón García no pasan los años, me condujo a distintas reflexiones sobre el conocimiento y la duda, sobre la infancia y la televisión. A medida que nos hacemos adultos, la mayoría de las cosas que nos enseñaron en el colegio se nos olvidan. Pero viendo el programa, me di cuenta de que no es un problema de memoria sino, más bien, de pérdida del interés y la capacidad de sorpresa. A la edad que tienen los alumnos de primaria, cualquier descubrimiento, cualquier respuesta que aporte algo nuevo a lo conocido hasta entonces engrandece la realidad, confiere un sentido a nuestro mundo, el real y el imaginario. Por eso mi sobrino puede ser un granjero, un cocinero o un mago y yo una vaca, un huevo frito o un conejo que sale de la chistera.

Luego viene la adolescencia y la verdad es que el interés por el conocimiento decae bastante, quizás porque se deposita en otro tipo de cosas igualmente necesarias para el crecimiento, como transgredir lo prohibido -el primer cigarro, la primera borrachera- o dilemas existenciales como "tía, no te rayes porque se te ponga a vacilar, tía, que ya sabes que él es superburraco, tía", según pude sacar en claro de la conversación entre las dos tiernas quinceañeras que ayer me tocaron delante en la cola del Día.

Volviendo al concurso y a la edad que ostento, el camino me condujo inexorablemente hasta la duda. Hay un momento en el que, sin saber porqué, parece que no necesitemos ampliar más los horizontes de nuestro mundo, sino todo lo contrario. Comienza el fin de la imaginación. La consecuencia es que empezamos a dudar de lo que antes sabíamos. Algunos dudamos hasta de lo que no sabemos si sabemos. Me dí cuenta en la pregunta ¿cuáles son las propiedades de la materia?. Me encantó. Empecé a pensar en propiedades y casi todas las que se me ocurrían eran inmateriales, pero mi teorías metafísicas serían asunto de otro programa. Al final acerté volumen y aprendí que la otra es masa y pensé que mi nuevo conocimiento era un buen nombre para un correo.

Aterrizando en pleno noviembre, ahí va la agenda cultural.
Hoy no hay cineclub y sí Boleros y otras canciones de amor destacado. El espectáculo, organizado por la Cope, se llama Romántico, y canta Olga Cerpa y el grupo canario Mestisay.

El pobre Gran Teatro aún debe estar recuperándose después de que La Cubana lo dejara patas arriba. Tardaremos mucho tiempo en verlo hasta la bola durante cuatro días seguidos. Me lo pasé pipa, me hubiera quedado dos horas más una vez que me zampé el bocadillo de mortadela que repartieron, claro, y el de los de la fila de alante, que debían ser algo escrupulosos.

Este fin de semana la protagonista es la ópera, el viernes con Las Bodas de Fígaro por la Ópera Nacional de Moldavia y el domingo con Romeo y Julieta, en una versión de un tal Charles Gounod.

Si vaís a Sevilla, podeis aprovechad para ver cine europeo. Y si no, id haciendo ganas para el iberoamericano que está a punto de desembarcar. Mientras, os recomiendo una peli de la que confío que que hayan hecho una muy buena adaptación: Persépolis, candidata por Francia a los Óscar y basada en el cómic de Marjane Satrapi. Lo he leído y no tiene desperdicio. Eso sí, nos molestéis en buscarla, no la ponen en ningún cine de Huelva.

Exposiciones. Ayer se inaguraron dos: en la Sala Plus Ultra de Cajasol, El Hijo del Pescadero, quince piezas de Rafael García Pinto de gran fuerza y colorido, según he leído hen el periódico. Y en la Caja Rural, Domingo Delgado, insigne pintor de mi pueblo, que trae a la capital sus clásicos paisajes realistas de todos los rincones de la provincia.

En la tele, esta noche Cuatro estrena Gominolas, que espero que esté a la altura de las expectativas que ha levantado. Y a continuación en la misma cadena, Cuestión de sexo, que no está mal y tiene buena banda sonora.

Termino, que después a mi madre le da por entrar en mi blog y me dice ¿tú cuándo escribes tantas cosas?.

Os adjunto foto-grafitti y os animo a fotografiar las puestas de sol del otoño. Son incandescentes.
Felices tardes de somnolencia

El post de hoy va dedicado a Albéniz, maestro de blogueros, después de que lo hayan censurado por decir la verdad en un medio no dispuesto a admitirla.

PD. Por cierto, por si no vísteis el concurso: la respuesta correcta del autobús es que es un medio colectivo, y no un vehículo de motor, como yo estaba convencida. Reconozco que me sentí un poco avergonzada y bastante ignorante, pero después pensé ¿y si le dejo mi bici a mucha gente? ¿y qué pasa con los tándems? Creo que al programa le falta alumnos redichos que planten cara a los guionistas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo. Sí señor, estabas inspirada. Sigue, sigue.
Respecto a La Cubana, me da que les tienes una afición desmesurada y sin fundamento. Me da.
Bss.

Cpt. Er.

Anónimo dijo...

no me sirvio de nada tu informacion ...........